Cáncer de cuello de útero

Básico

El cuello uterino es la conexión entre la vagina y la cavidad uterina y se refiere a la parte inferior del útero. El final del cuello uterino está representado por el orificio uterino (portio vaginalis uteri), que puede verse en la parte superior de la vagina durante una exploración ginecológica abdominal inferior.

El cuello del útero está cubierto por una piel que muestra algunos cambios en comparación con la membrana mucosa del cuello del útero. La transición entre el cuello uterino y el orificio cervical es propensa a cambios celulares (displasia). Si este cambio se produce y es maligno o las células se extienden al tejido circundante, se denomina cáncer de cuello de útero.

Gracias al cribado de detección precoz, los casos de cáncer de cuello de útero han disminuido en los últimos años. En un año, se calcula que hay unos 6200 nuevos casos en Alemania.

El carcinoma cervical es el segundo cáncer más frecuente de los genitales femeninos, después del cáncer de cuello de útero.

Causas

Se considera que varios subtipos del virus del papiloma humano (VPH), que se transmiten por contacto sexual, desencadenan el cáncer de cuello de útero. Los llamados "grupos de alto riesgo" del virus del papiloma humano de los subgrupos 16,18,31,33,45,51,52 y 56 son los que corren un mayor riesgo. Además, hay otros factores de riesgo que contribuyen al desarrollo del cáncer de cuello de útero. Entre ellas se encuentran la precocidad de la primera relación sexual y el cambio frecuente de pareja sexual. Todavía no se ha demostrado si el tabaquismo u otras infecciones genitales también aumentan el riesgo de la enfermedad.

En la mayoría de los casos, el sistema inmunitario puede hacer frente a estos virus en poco tiempo. Sin embargo, algunos virus pueden sobrevivir y contribuir a que las células del cuello uterino acaben convirtiéndose en células cancerosas años después.

Síntomas

Al principio, los afectados no sufren ningún síntoma. Los cambios celulares (displasia) tampoco son perceptibles, pero pueden diagnosticarse mediante un examen ginecológico preliminar.

En el curso posterior, se producen los siguientes síntomas:

  • Manchas durante las relaciones sexuales
  • Secreción de color carne-agua, a veces con sangre
  • Dolor causado por la propagación del cáncer a los órganos circundantes.

Diagnóstico

En las primeras fases, el cáncer de cuello uterino puede detectarse mediante una prueba de frotis, una muestra de células o una colposcopia. La colposcopia es un método de exploración en el que el ginecólogo examina la superficie del cuello uterino (portio vaginalis uteri) mediante una lupa.

Si las etapas preliminares de los cambios celulares pasan desapercibidas, pueden seguir multiplicándose sin obstáculos. Algunas de estas células pueden ser agresivas y penetrar en el medio ambiente. En los estadios más avanzados, el cáncer de cuello uterino puede detectarse con la ayuda de un espéculo (espejo vaginal) a simple vista.

Si se confirma el diagnóstico de cáncer de cuello uterino, se toman otras medidas para evitar que el cáncer se extienda:

  • Exámenes de ultrasonido (ecografía) del abdomen
  • Exámenes de rayos X
  • Cistoscopia (examen de la vejiga)
  • Colonoscopia (rectoscopia)
  • Escisión cónica del cuello uterino (conización)
  • Raspado del útero (legrado)
  • Tomografía computarizada (TC)
  • Resonancia magnética (MRI)

Los marcadores tumorales también pueden medirse en la sangre. En este caso, hay que prestar especial atención al marcador tumoral SCC (antígeno del carcinoma de células escamosas), que el cáncer de cuello de útero produce de vez en cuando.

Terapia

En la fase inicial:

Si el cáncer de cuello de útero se diagnostica en las primeras fases, se suele operar. En primer lugar, hay que confirmar la sospecha tomando una muestra de tejido.

Si el cáncer se detecta muy pronto, a menudo basta con una escisión en forma de cono del tejido afectado (conización). Este método garantiza que la mujer pueda seguir teniendo hijos más adelante. Normalmente, este método se combina con un legrado del útero. Durante este procedimiento, el médico retira la capa superficial de la membrana mucosa que sirve para revestir el útero. Sin embargo, si ya se encuentran cambios celulares en las profundidades, hay que extirpar todo el útero.

Etapas avanzadas:

Si el cáncer de cuello uterino ya está en una fase avanzada, puede ser necesario extirpar radicalmente todo el útero (operación de Wertheim-Meigs). Se extirpa el útero, el aparato de soporte y los ganglios linfáticos a lo largo de los grandes vasos pélvicos. La extirpación adicional de las trompas de Falopio y los ovarios no suele ser necesaria y se evita, especialmente en las mujeres más jóvenes.

En algunos casos, es necesario un tratamiento adicional de quimioterapia o radioterapia después de la operación. Según los estudios científicos actuales, el uso de ambos métodos proporciona una mayor probabilidad de curación, ya que los fármacos quimioterapéuticos hacen que el cáncer sea más susceptible a la radiación.

Previsión

En el caso del cáncer de cuello uterino, como en todos los cánceres, la probabilidad de curación es mayor cuando el cáncer se diagnostica en las primeras fases. Cinco años después del diagnóstico, el 61% de los pacientes siguen sobreviviendo (tasa de supervivencia a 5 años).

Las posibilidades de curación son casi del 100% si el cáncer se detecta y se trata en sus primeras fases.

El cáncer de cuello uterino puede clasificarse mediante la detección del VPH de alto riesgo y la prueba de Papanicolaou. Los resultados de estas pruebas ayudan a evaluar y tratar el cáncer.

Prevención

Para evitar el cáncer de cuello de útero, es útil la vacunación contra la infección por el VPH. Además, el uso del preservativo durante el contacto sexual es importante para prevenir la transmisión de los virus del HP. Desde noviembre de 2007, es posible que las niñas de entre 12 y 17 años se vacunen contra el virus del papiloma humano. La vacuna inmuniza contra los genotipos de alto riesgo 16, 18, 6 y 11, que también causan verrugas genitales. La vacunación contra el VPH previene la infección por el virus del VPH y, por tanto, reduce significativamente el riesgo de desarrollar cáncer de cuello de útero.

Para detectar el cáncer de cuello uterino en una fase temprana, es esencial realizar exámenes ginecológicos preliminares periódicos. Durante este examen, se toma un frotis del cuello uterino y se examina en busca de células sospechosas.

A pesar de la vacunación, el cribado debe llevarse a cabo porque en algunos casos otros tipos de virus también causan cáncer de cuello de útero. El cribado también puede detectar otras enfermedades.

Danilo Glisic

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