Dado que la hemorragia subaracnoidea pone en peligro la vida, cualquier persona que experimente un dolor de cabeza masivo, repentino y aplastante que nunca antes haya experimentado así debe acudir al servicio de urgencias de un hospital (si no hay otros síntomas acompañantes). Si hay síntomas adicionales, hay que pedir ayuda al médico de urgencias.
En el curso posterior del tratamiento, el médico que lo atiende intenta averiguar la evolución de las molestias a lo largo del tiempo, y una persona que acompañe al paciente puede dar más información sobre el curso exacto de las molestias. Esto es especialmente cierto si el paciente está confuso o aturdido. A continuación, se toman los antecedentes familiares para averiguar si ha habido antecedentes de accidentes cerebrovasculares y hemorragias cerebrales, ya que no es infrecuente que se produzcan con frecuencia en la familia.
Las técnicas de imagen se utilizan para diagnosticar el SAB. Una tomografía computarizada (TC) suele mostrar la hemorragia subaracnoidea como una zona plana y blanca que se encuentra cerca de la superficie del cerebro. Mientras que casi todos los SAB se detectan mediante TC en las primeras 12 horas después de la hemorragia, la TC sigue detectando el 93% de los SAB presentes después de 24 horas. Por este motivo, la TC se considera el método de examen más fiable en la fase aguda tras una hemorragia subaracnoidea. Si ya han pasado 7 días desde el inicio del SAB, sólo se detecta un cambio patológico en cada segundo hallazgo del TC.
En algunos casos, como en los pacientes extremadamente anémicos, el SAB sólo puede detectarse mediante una RMN o una punción lumbar. En respuesta a la hemorragia, los vasos afectados pueden sufrir espasmos (vasoespasmos), lo que provoca una mayor parálisis en algunas personas. Estos vasoespasmos sólo pueden detectarse con la ayuda de un examen ecográfico especial de los vasos cerebrales (ecografía Doppler transcraneal).
Para identificar el origen de la hemorragia (aneurisma), el médico realiza una radiografía de los vasos (angiografía), que sigue considerándose el mejor método, aunque ahora existen exámenes más sencillos (angiografía por resonancia magnética, angiografía por TC).