Leucemia linfática aguda (LLA)

Básico

La sangre puede considerarse uno de los órganos más importantes de nuestro cuerpo. Si el sistema deja de funcionar, no se pueden transportar sustancias, no puede llegar oxígeno a los tejidos, no se pueden combatir los gérmenes y patógenos, todo el organismo se colapsa.

Los componentes individuales de la sangre

Sin embargo, no sólo la sangre como tal, sino cada uno de sus componentes tiene una gran importancia. Por ejemplo, necesitamos los eritrocitos (glóbulos rojos) sobre todo para transportar oxígeno y dióxido de carbono, mientras que los trombocitos (plaquetas de la sangre) se encargan de la coagulación de la sangre.

Los leucocitos (glóbulos blancos) son especialmente importantes para la defensa. Sin embargo, éstos se subdividen en diferentes grupos, entre los que también se encuentran los linfocitos, que a su vez se dividen en linfocitos T y linfocitos B. En la leucemia linfática aguda, uno de estos grupos está degenerado de alguna manera. Como resultado, los precursores aún inmaduros y no funcionales de las células (también llamados blastos) son arrastrados a la sangre.

Los niños, en particular, se ven afectados

La leucemia linfática aguda afecta principalmente a niños de entre uno y cinco años de edad. El 80% de los niños afectados padecen el subtipo de LLA-B, en el que están afectados los linfocitos B.

Causas

La causa exacta de la leucemia linfática aguda sólo puede darse en muy pocos casos. La mayoría de las veces, la búsqueda del desencadenante se hace en la oscuridad, sobre todo porque la mayor parte de la energía se pone naturalmente en la lucha contra la enfermedad. Sin embargo, hay algunos factores que al menos contribuyen al desarrollo de la leucemia.

Factores genéticos

Resulta sorprendente que la leucemia linfática aguda se produzca con mayor frecuencia en niños que ya tienen una enfermedad genética como la trisomía 21 o el síndrome de Fanconi. Pero incluso en niños completamente sanos, una predisposición familiar, es decir, una tendencia hereditaria a la leucemia, puede conducir al desarrollo de la enfermedad.

Además, existen numerosas mutaciones espontáneas, es decir, pequeños cambios en el material genético de las células precursoras de los linfocitos, que desencadenan la leucemia linfática aguda. Estas mutaciones se producen miles de veces al día en todos los organismos, sólo que no suelen ser significativas o se reparan inmediatamente.

Radiación ionizante

Todo el mundo sabe que la radiación en dosis demasiado altas no es buena. Las radiaciones ionizantes, en particular, pueden dañar las células hasta el punto de degenerarlas. Por eso, siempre hay que asegurarse de evitar esta peligrosa radiación en la medida de lo posible. Esto incluye, por ejemplo, evitar radiografías o TAC innecesarios.

Otros factores desencadenantes de la leucemia

Además de los desencadenantes mencionados, los virus, las sustancias químicas, los fármacos citostáticos y las enfermedades hematológicas preexistentes también pueden considerarse factores desencadenantes.

Síntomas

La leucemia linfoblástica aguda es una enfermedad de la sangre, por lo que los síntomas pueden ser muy variados y extenderse por todo el organismo.

Síntomas de la anemia

El aumento de la formación de linfocitos inmaduros puede provocar el desplazamiento de otras células sanguíneas. Por ello, los signos de anemia suelen ser visibles, como una sensación general de debilidad, palidez o falta de aliento.

La falta de plaquetas también puede provocar un aumento de la formación de hematomas (moretones) o incluso hemorragias espontáneas. A veces pueden verse pequeñas hemorragias puntiformes en la piel (petequias).

Síntomas debidos al aumento de la formación de células

Si las células se forman más rápidamente y en mayor número, esto requiere naturalmente más espacio. Además, todos los linfocitos tienen que imprimirse en otros órganos, que pueden sobrecargarse si se forman demasiados linfocitos inmaduros y se expulsan.

Por lo tanto, el aumento de la producción de linfocitos puede provocar dolores óseos, dolores abdominales, agrandamiento del bazo o del hígado y una alteración del llenado del corazón debido a un timo demasiado grande. Los ganglios linfáticos también suelen hincharse.

Sintomáticos B como indicación general

Como en muchas otras enfermedades graves, se suele desarrollar la llamada sintomatología B. Entre ellos se encuentran no sólo la pérdida de peso y la debilidad, sino también los sudores nocturnos como síntoma típico.

Otros síntomas

Debido a la pérdida de la capacidad de funcionamiento de los linfocitos, los gérmenes en forma de virus o bacterias ya no pueden ser combatidos por el organismo. El resultado es una mayor susceptibilidad a las infecciones de todo tipo.

Además, a menudo se producen déficits neurológicos, que deben ser diagnosticados con precisión.

Diagnóstico

Además de un historial médico detallado, un examen físico es, por supuesto, importante. Por ejemplo, puede apreciarse una inflamación del hígado o del bazo y un aumento de los ganglios linfáticos.

Las pruebas de laboratorio confirman el diagnóstico

Para confirmar el diagnóstico, es necesario realizar algunos análisis de sangre. Por ejemplo, la presencia de blastos, es decir, precursores de los glóbulos blancos, en la sangre periférica se considera una prueba de la presencia de leucemia. Sin embargo, algunos otros métodos de examen tienen que definir con mayor precisión qué células están degeneradas para poder iniciar la terapia adecuada.

Punción de médula ósea para confirmar el diagnóstico

El diagnóstico exacto de las células degeneradas sólo puede provenir de un examen de la médula ósea. Para ello, se suele pinchar el hueso de la cadera, a veces también el omóplato, con una aguja gruesa y se extrae parte del material del hueso. A continuación, se examina en laboratorios especializados.

Otros exámenes

Dado que la leucemia linfoblástica aguda es una enfermedad grave, es necesario realizar otras pruebas. Entre ellos se encuentran no sólo las radiografías de tórax y la ecografía de abdomen, sino que también pueden ser de gran relevancia otros procedimientos de imagen como la tomografía computarizada o la resonancia magnética o las escintigrafías esqueléticas.

Terapia

La terapia de la leucemia linfática aguda debe realizarse en un centro especializado para que sea realmente eficaz. También es importante tomar medidas adicionales para proteger el cuerpo y ayudarlo a sanar.

Medidas de apoyo

Las medidas de apoyo incluyen, por ejemplo, asegurarse de que el entorno tiene pocos gérmenes. En el caso de los niños, esto significa que hay que sacarlos del jardín de infancia y de la escuela y, a menudo, ingresarlos en el hospital. Deben tomarse medidas higiénicas especiales tanto en casa como en el hospital.

Si, a pesar de ello, se produce una infección con alguna enfermedad, es fundamental apoyar al sistema inmunitario con antibióticos de amplio espectro.

Mejorar la calidad de vida

Para mejorar la calidad de vida, se pueden administrar los llamados concentrados de componentes sanguíneos. Por ejemplo, se administran glóbulos rojos (eritrocitos) si hay signos de anemia, y plaquetas (trombocitos) si hay tendencia a sangrar.

Quimioterapia como tratamiento principal

Una mejora real de la enfermedad sólo puede lograrse mediante la quimioterapia. Esto se hace en varias fases, con fases de recuperación entre ellas para permitir que el cuerpo se recupere de las drogas agresivas.

A menudo, la quimioterapia se prepara primero en una fase preliminar para que la terapia real pueda ser más eficaz después. En una terapia de inducción que suele durar ocho semanas, se intenta alcanzar la remisión, lo que significa que las células leucémicas se reducen en un 95%. Para ello, se administran fármacos que destruyen las células que se dividen rápidamente. Por supuesto, esto tiene muchos efectos secundarios desagradables, ya que también se ataca a las células sanas del cuerpo.

A continuación, se lleva a cabo la llamada terapia de consolidación, en la que se administran fármacos potentes durante otras ocho semanas. A esto le siguen seis semanas de terapia de reinducción, que es básicamente lo mismo que la terapia de inducción.

Una vez superadas estas difíciles semanas, se inicia la terapia de mantenimiento, en la que se administra medicación por vía oral durante dos años, lo que debería contribuir a que se mantenga la remisión, a que las células tumorales no se propaguen más.

Terapias alternativas o ampliadas

Si la quimioterapia no tiene el efecto deseado, si hay recaídas frecuentes o si hay formas de LLA especialmente graves, también se puede considerar la radioterapia.

Como alternativa, se puede realizar un trasplante de células madre o de médula ósea. Aunque a menudo es posible mantener el cuerpo en remisión, es importante tener en cuenta que esto no es lo mismo que una cura. Sólo significa que la enfermedad se mantiene a raya. Sólo se habla de cura cuando todas las células degeneradas han sido realmente destruidas.

Previsión

El pronóstico de los niños con LLA ha mejorado notablemente en los últimos años. Gracias a los mejores diagnósticos y a los nuevos fármacos, más del 80% de los niños pueden ser tratados hasta el punto de sobrevivir sin recaídas. Esto significa que la leucemia no vuelve a aparecer.

Varios factores para el éxito del tratamiento

Pero aunque muchos niños pueden curarse, las posibilidades de vivir sin recaídas dependen de varios factores. Por ejemplo, la edad del niño, la eficacia de la quimioterapia, la presencia de un donante en la familia y cualquier cambio en el material genético.

Pero aunque la leucemia linfática aguda puede tratarse muy bien hoy en día, no es en absoluto una enfermedad que deba tomarse a la ligera. Hay que dejar clara una cosa: si no se administra el tratamiento, la leucemia conduce a la muerte en pocas semanas o meses. Pero, afortunadamente, ¡hoy en día esto se puede evitar!

Danilo Glisic

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