La estrategia de tratamiento depende de la causa de la menorragia.
Si no hay cambios orgánicos, se utiliza un tratamiento hormonal, por ejemplo con gestágenos para favorecer la fase lútea. Si no se desea tener hijos, los anticonceptivos hormonales, como la píldora, también han demostrado su eficacia. Si el estado general sigue sufriendo y el tratamiento no funciona, en casos muy raros y si se ha completado la planificación familiar, se puede considerar la extirpación del útero.
En el caso de miomas o pólipos (alteraciones orgánicas), existen intervenciones quirúrgicas o terapias farmacológicas. Sin embargo, si se sospecha que hay cambios malignos en el útero, primero se raspa el revestimiento uterino (abrasión o legrado).