El hongo suele transmitirse indirectamente de persona a persona. El mecanismo de transmisión consiste en que la persona descalza pierde escamas de piel con hongos a cada paso, que pueden adherirse a la siguiente persona descalza y, posteriormente, desencadenar también allí el pie de atleta. La piel de las plantas de los pies, y especialmente entre los dedos, ofrece unas condiciones cálidas y húmedas ideales para el crecimiento de los hongos. Aquí es donde se desarrollan los síntomas típicos del pie de atleta.
Debido a la transmisión a través de las escamas de la piel, el riesgo de infección aumenta considerablemente, especialmente en los lugares donde muchas personas caminan descalzas. Por ejemplo, piscinas, gimnasios, campos deportivos, habitaciones de hotel, saunas, duchas o campamentos.
Las pequeñas lesiones en la zona de los pies, como cortes, grietas o abrasiones, facilitan la penetración del hongo en el cuerpo. Los siguientes grupos de personas se ven afectados con especial frecuencia por el pie de atleta:
- Deportistas (debido a la elevada humedad de los pies en las zapatillas durante la práctica deportiva).
- Personas que usan zapatos ajustados por razones laborales (trabajadores de la construcción, soldados, trabajadores de las alcantarillas)
- Diabéticos
- Personas en cuyo entorno suele aparecer el pie de atleta
- Personas que sufren trastornos circulatorios en las piernas
- Personas con sistemas inmunitarios débiles