Verrugas genitales (Condylomata acuminata)

Básico

Los condilomas acuminados (también conocidos como condilomas, verrugas genitales, verrugas húmedas, verrugas genitales) son una enfermedad de transmisión sexual causada por la infección del virus del papiloma humano (VPH).

Los síntomas visibles son las verrugas genitales, pequeños crecimientos benignos que suelen aparecer en gran número en los genitales, el ano y el recto y que varían en color entre rojizo, blanquecino y gris-marrón. Las verrugas tienden a formar lechos, lo que significa que las verrugas inicialmente pequeñas se convierten con el tiempo en verrugas más grandes y confluentes (que se fusionan).

Las verrugas genitales son una de las enfermedades de transmisión sexual más comunes, junto con la clamidia y el herpes genital. Suelen aparecer entre los 20 y los 25 años. Se calcula que en EE.UU. y Europa, las verrugas genitales pueden encontrarse en los genitales o el ano de aproximadamente el 1% de todas las personas sexualmente activas de entre 15 y 25 años.

Una infección por el virus del papiloma humano no conduce necesariamente al desarrollo de verrugas genitales; también existe la posibilidad de una enfermedad latente sin síntomas reconocibles. Esto existe en aproximadamente una décima parte de las personas de este grupo de edad.

Causas

Las verrugas genitales están casi siempre causadas por una infección con tipos de bajo riesgo (bajo riesgo de desarrollar cáncer) del virus del papiloma humano (VPH). Se conocen unos 200 tipos de este virus, de los cuales unos 50 pueden causar verrugas genitales. La mayoría de ellas son las variantes relativamente inofensivas VPH-6 y VPH-11, pero las verrugas genitales pueden ser desencadenadas en raras ocasiones por las variantes VPH-16 y VPH-18, que tienen un gran potencial de degeneración y aumentan el riesgo de ciertas formas de cáncer, como el cáncer de cuello de útero, el cáncer de pene y el cáncer anal.

La vía de transmisión suele ser una infección por frotis durante el contacto sexual, por lo que el riesgo aumenta en gran medida durante las relaciones sexuales con cambio frecuente de pareja y el sexo sin protección. La transmisión indirecta (por ejemplo, a través de una toalla sucia) o la infección del niño durante el parto también son posibles, pero son relativamente raras.

Los requisitos para el desarrollo de verrugas genitales tras la infección por el VPH son, sobre todo, pequeñas lesiones en la piel, humedad e inflamaciones existentes. Factores como el tabaquismo, el consumo de drogas o la medicación inmunosupresora también aumentan el riesgo de desarrollo.

Síntomas

En la mayoría de los casos, las infecciones por el virus del papiloma humano no causan ningún síntoma y, por tanto, pasan desapercibidas. Las verrugas genitales pueden aparecer como muy pronto entre dos y cuatro semanas después del primer contacto, pero en la mayoría de los casos pasan varios meses. Los condilomas pueden aparecer de forma aislada o en grupos de 5 a 15 verrugas, y después de un período de tiempo más largo pueden crecer juntos para formar una estructura más grande, lo que a veces puede ser una indicación de inmunodeficiencia o diabetes mellitus.

En los hombres afectados, suelen aparecer en el cuerpo del pene o en el prepucio, pero también pueden encontrarse en la boca de la uretra, en el ano o en el recto.

En las mujeres, suelen verse afectados los labios y el cuello uterino, y rara vez la vagina o la zona que rodea el orificio uretral.

Normalmente, las verrugas genitales no causan ninguna molestia, como picor o ardor, pero puede haber un ligero sangrado debido a los desgarros de la piel alrededor de las verrugas.

Diagnóstico

Dado que las verrugas genitales suelen ser fáciles de reconocer para el médico debido a su aspecto típico, el diagnóstico suele realizarse mediante un simple examen de los órganos genitales o del ano.

Si las verrugas son muy difíciles de reconocer, se puede aplicar ácido acético diluido en la zona de la piel afectada, lo que hace que las verrugas genitales destaquen como campos blancos. La detección del virus del papiloma humano (VPH) mediante métodos de biología molecular también confirma el diagnóstico.

Si se trata de un caso superficial de verrugas genitales, se recomienda examinar también el recto para detectar la presencia de verrugas genitales mediante una rectoscopia y revisar los primeros centímetros de la uretra de los pacientes varones mediante un uretrocistoscopio. El ginecólogo puede comprobar fácilmente si las pacientes tienen una infección del cuello uterino mediante una colposcopia.

Además de una infección por condiloma, hay otras muchas enfermedades de la piel que pueden provocar síntomas similares, pero se pueden descartar mediante un examen histológico (examen de los tejidos al microscopio).

Terapia

Cuando se trata una enfermedad de verrugas genitales, es importante que no sólo se trate el propio paciente, sino también su(s) pareja(s) sexual(es), ya que, de lo contrario, es muy probable que se produzca de nuevo una infección y, por tanto, se desarrollen verrugas genitales.

La terapia que se utilice depende principalmente de factores como el tamaño y la localización de las verrugas genitales y el estado del sistema inmunitario. Básicamente, se pueden distinguir dos tipos de terapia

  • Terapia causal: combatir la causa (virus del papiloma humano) y posteriormente eliminar las verrugas.
  • Terapia sintomática: extirpación de las verrugas genitales

Hoy en día, no existe ningún tratamiento que garantice el éxito de la terapia, por lo que es aconsejable utilizar diferentes métodos de tratamiento en combinación.

Terapia causal

Durante varias semanas, se aplica una pomada con el principio activo imiquimod tres veces por semana en las zonas afectadas por las verrugas genitales. El imiquimod estimula el sistema inmunitario y, por tanto, favorece las defensas del propio organismo contra el VPH. En aproximadamente el 50% de los pacientes, el tratamiento hace que las verrugas genitales retrocedan y desaparezcan por completo; en las mujeres, este método de tratamiento tiene una probabilidad de éxito aún mayor. A los seis meses de terminar el tratamiento, entre el 20 y el 70% de las personas tratadas vuelven a tener verrugas genitales (recidiva). Sin embargo, la extirpación quirúrgica de las verrugas antes de iniciar el tratamiento puede aumentar las probabilidades de éxito de la terapia. Durante el tratamiento con Imiquimod, puede producirse un enrojecimiento de la piel y una sensación de ardor en las zonas afectadas.

El tratamiento con interferón se utiliza después de la extirpación quirúrgica de las verrugas. Se trata de mensajeros antivirales del sistema inmunitario que ayudan al organismo a luchar contra los virus del VPH. Estos interferones se aplican en forma de gel en las zonas afectadas cinco veces al día durante unas cuatro semanas. Esto reduce el riesgo de que las verrugas genitales vuelvan a aparecer.

El tratamiento con imiquimod e interferones está prohibido durante el embarazo. El tratamiento con estas sustancias tampoco debe administrarse para las verrugas genitales en la vagina o el recto.

Terapia sintomática

Podofilotoxina: La aplicación de una pomada que contiene podofilotoxina sobre las verrugas genitales provoca la cauterización de las mismas, lo que suele provocar su desaparición. El tratamiento lo realiza el propio paciente en un ciclo que se repite cuatro veces. En cada ciclo, se aplica podofilotoxina en las zonas afectadas dos veces al día durante tres días, seguido de una pausa terapéutica de cuatro días. El tratamiento puede causar irritación y dolor en la piel. Dado que la podofilotoxina tiene un efecto teratogénico (perjudicial para la fertilidad), las mujeres en edad fértil deben asegurarse de utilizar un método anticonceptivo eficaz.

Ácido tricloroacético: La terapia se lleva a cabo una o dos veces por semana por el médico, que aplica el ácido directamente sobre las verrugas genitales. Esto cauteriza las verrugas genitales, lo que puede provocar dolor y una fuerte sensación de quemazón en las zonas afectadas de la piel durante el tratamiento y durante un breve periodo de tiempo posterior.

Crioterapia: En la crioterapia, el médico congela las verrugas genitales con nitrógeno líquido (temperatura - 196°C) a intervalos semanales, lo que las destruye. Se desconoce la tasa de recurrencia, pero el tratamiento ayuda hasta al 75% de los pacientes, al menos temporalmente.

Terapia fotodinámica: se aplica ácido 5-aminolevulínico (5-ALA) en las zonas afectadas y luego se irradia con luz de una longitud de onda específica. El efecto se basa en el hecho de que el 5-ALA penetra principalmente en la piel patológicamente modificada de las verrugas genitales, donde se convierte en una sustancia reactiva por la irradiación, haciendo que las verrugas se dañen y mueran.

Procedimientos quirúrgicos: Consiste en eliminar las verrugas genitales con anestesia local mediante bisturí, láser o electrocoagulación. Sin embargo, en aproximadamente tres cuartas partes de los pacientes, las verrugas reaparecen más tarde. También es posible la aparición de cicatrices.

Previsión

El éxito del tratamiento de las verrugas genitales varía mucho de un paciente a otro. En algunos casos, las verrugas se curan espontáneamente incluso sin terapia. En aproximadamente una cuarta parte de los casos, reaparecen a pesar del tratamiento. No obstante, la enfermedad debe tratarse inmediatamente, ya que de lo contrario las verrugas pueden extenderse rápidamente.

Dado que ciertos subtipos del virus del papiloma humano (VPH-16 y VPH-18) también pueden provocar cáncer de cuello uterino, las mujeres deberían hacerse una citología cervical una o dos veces al año, incluso después de una terapia exitosa, para poder detectar y tratar un posible cáncer en una fase temprana.

Prevención

Dado que los virus del VPH se transmiten principalmente durante las relaciones sexuales, el uso de preservativos puede reducir considerablemente el riesgo de infección. Cambiar de pareja sexual aumenta en gran medida el riesgo de infección; sin embargo, el desarrollo de verrugas genitales en una sola pareja de la relación no es una indicación fiable de los contactos sexuales de la otra pareja fuera de la misma, ya que puede haber periodos de tiempo extremadamente largos y variables entre una infección por los virus del VPH y el desarrollo de verrugas.

En caso de infección, ambos miembros de la pareja sexual deben tratarse siempre para evitar la reinfección.

La vacunación contra el cáncer de cuello de útero (provocado por los subtipos de virus VPH-16 y VPH-18) también puede ofrecer cierta protección contra las verrugas genitales.

Danilo Glisic

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