Infecciones urinarias

Dolor al orinar
Dificultad para vaciar la vejiga
orinar con frecuencia
Espasmos de la vejiga urinaria
Sangre en la orina
micción nocturna
Dolor por encima del hueso púbico
Mezcla de pus en la orina
Bacterias intestinales
E. coli
Trastornos del flujo urinario
Alta edad
Enfermedades metabólicas
Intervenciones médicas en las vías urinarias
Sistema inmunitario debilitado
Hipotermia (hipotermia)
Hiperplasia prostática (agrandamiento de la próstata)
infecciones previas del tracto urinario
Embarazo
Deficiencia de estrógenos

Conceptos básicos

Las infecciones urinarias son inflamaciones infecciosas en la zona de las vías urinarias. Están causadas principalmente por bacterias, sobre todo intestinales. Las partes del tracto urinario que pueden verse afectadas son el uréter (conexión entre el riñón y la vejiga), la vejiga y la uretra (conexión entre la vejiga y los genitales). También son posibles causas no infecciosas de inflamación de las vías urinarias.

Las mujeres se ven afectadas por infecciones del tracto urinario con mucha más frecuencia que los hombres. Esto se debe a que la uretra es más corta en las mujeres, lo que facilita mucho la entrada de bacterias en la vejiga. Aproximadamente una de cada 10 mujeres sufre una infección de vejiga al menos una vez al año. En los hombres, las infecciones urinarias son mucho menos frecuentes, pero la frecuencia aumenta con la edad y suele estar asociada al agrandamiento de la próstata.

Clasificación

Básicamente, las infecciones urinarias pueden diferenciarse en función de su localización:

  • Infección del tracto urinario inferior:
    La infección se localiza en la zona de la uretra o la vejiga urinaria. En términos técnicos, la infección de la vejiga urinaria se denomina cistitis y la uretritis uretritis. La uretritis por sí sola suele tratarse como una enfermedad independiente.
  • Infección del tracto urinario superior:
    A veces se produce una infección ascendente, de modo que el uréter y la pelvis renal también se ven afectados. La ureteritis infecciosa se denomina técnicamente ureteritis y la inflamación de la pelvis renal, pielonefritis.

Las formas más raras de inflamación de las vías urinarias son:

  • Cistitis por radiación:
    Esta cistitis urinaria está causada por la radiación (por ejemplo, radioterapia para el cáncer).
  • Cistitis intersticial:
    Se trata de una inflamación crónica de la vejiga que no está desencadenada por una infección con agentes patógenos. La causa sigue siendo en gran medida desconocida.

Causas

Las infecciones urinarias agudas suelen estar causadas por bacterias intestinales que penetran en el tracto urinario a través del orificio de la uretra. Alrededor del 80 por ciento de todas las infecciones urinarias están provocadas por la bacteria Escherichia coli (abreviado E. coli). Otros posibles patógenos son Proteus mirabilis, Staphylococcus saprophyticus,Klebsiella pneumoniae, Staphylococcus aureus y enterococos. Otros patógenos son poco frecuentes.

En el caso de las mujeres , los principales factores de riesgo son las infecciones urinarias previas y las relaciones sexuales. Las relaciones sexuales frecuentes irritan la uretra y facilitan la entrada de bacterias en el tracto urinario. La infección urinaria en mujeres sexualmente muy activas también se denomina coloquialmente "cistitis de luna de miel" ("honeymoon bladder infection"). El riesgo de infección también aumenta durante el embarazo, ya que la alteración de los niveles hormonales favorece el desarrollo de infecciones. Del mismo modo, la falta de estrógenos, especialmente frecuente tras la menopausia, favorece el crecimiento patológico de gérmenes y reduce su resistencia.

En el caso de los hombres , el mayor factor de riesgo de infecciones urinarias es la hiperplasia prostática (agrandamiento de la próstata).

Para las mujeres y los hombres, los siguientes factores pueden suponer un riesgo:

  • Obstrucción urinaria como consecuencia de cálculos urinarios, estenosis uretral o tumores.
  • Edad avanzada
  • Enfermedades metabólicas, por ejemplo diabetes mellitus o hiperuricemia o gota
  • Intervenciones médicas en las vías urinarias, por ejemplo, inserción de una sonda urinaria o endoscopias vesicales
  • Inmunodeficiencia en recién nacidos y lactantes como consecuencia de enfermedades crónicas o medicación (por ejemplo, glucocorticoides)
  • Relaciones sexuales especialmente frecuentes o prácticas sexuales especiales (como el coito anal sin preservativo)
  • Hipotermia

Las infecciones urinarias suelen producirse como consecuencia de medidas higiénicas incorrectas. Las niñas y las mujeres en particular deben procurar secarse siempre desde la vagina hacia el ano. Al secarse en sentido contrario, las bacterias intestinales pueden llegar fácilmente a la uretra.

Sólo en raras ocasiones los agentes patógenos entran principalmente en el tracto urinario a través de la sangre como parte de una infección sistémica (infección urinaria hematógena).

Síntomas

Una infección urinaria que afecte a la vejiga (cistitis) suele provocar los siguientes síntomas:

  • Disuria: dificultad para orinar.
  • Alguria: dolor al orinar.
  • Pollaquiuria: micción frecuente en pequeñas cantidades
  • Nicturia : ganas de orinar por la noche
  • Tenesmo vesical: Espasmos de la vejiga urinaria
  • Hematuria: sangre visible (macrohematuria) o invisible (microhematuria) en la orina
  • Piuria : pus visible en la orina
  • Dolor en el bajo vientre

Si los gérmenes se propagan desde la vejiga urinaria a través de los uréteres hasta los riñones, puede producirse una pielonefritis (inflamación de la pelvis renal ). Esto se manifiesta con fiebre alta, una fuerte sensación de enfermedad y fuertes dolores en la zona de los riñones.

Diagnóstico

La descripción del cuadro clínico en una historia clínica suele sugerir ya una infección del tracto urinario. Para confirmar el diagnóstico, se realiza un análisis de orina en el que se examina la orina en busca de bacterias, nitrito (sólo detectable en la orina en caso de infección bacteriana de las vías urinarias), glóbulos blancos y rojos.

Para garantizar que el resultado no sea falseado por bacterias procedentes del exterior de la uretra, la muestra de orina debe contener orina del flujo medio. Esto significa que, cuando se toma la muestra de orina, se desecha el primer chorro de orina antes de recoger el resto en un recipiente estéril.

Además del examen de orina con tiras reactivas, las bacterias causantes de la infección pueden determinarse con mayor precisión mediante un cultivo de orina.

Dependiendo de la persona afectada y de sus enfermedades previas, puede ser útil una aclaración adicional con ayuda de un examen ecográfico o una endoscopia de la vejiga urinaria (cistoscopia). Deben excluirse factores especialmente complicados, como limitaciones anatómicas o funcionales.

Tiras reactivas de orina creative commons CC BY-ND 3.0 / www.medicalgraphics.de
  1. El primer examen se realiza mediante tiras reactivas de orina. Esto permite, por ejemplo, detectar eritrocitos, leucocitos y nitritos, que son indicativos de una infección.
  2. En caso de infecciones urinarias complicadas o repetidas, a veces también se prepara un cultivo de orina. Esto permite determinar el patógeno exacto y sacar conclusiones sobre una posible resistencia a los antibióticos.
  3. En casos graves, infecciones recurrentes o sospecha de factores de complicación, puede ser útil realizar más aclaraciones. Una ecografía permite evaluar la vejiga urinaria o los riñones y puede proporcionar indicios de una inflamación de la pelvis renal o de obstrucciones del drenaje. En raras ocasiones, también puede ser útil una cistoscopia (examen de la vejiga urinaria). Un estrechamiento de las vías urinarias también puede diagnosticarse mediante una radiografía.

Terapia

El tratamiento de una infección urinaria aguda depende en gran medida de la persona afectada y de la localización (cistitis o pielonefritis) de la infección. Los factores personales importantes son el sexo, el embarazo, el estado premenopáusico o posmenopáusico y las enfermedades previas.

La cistitis no complicada en mujeres jóvenes se cura espontáneamente en una semana en aproximadamente el 30% al 50% de los casos, por lo que no siempre es necesario el tratamiento con antibióticos. Los medicamentos antiespasmódicos o analgésicos como el paracetamol o el ibuprofeno pueden ayudar a aliviar los síntomas. Beber suficiente agua y abrigarse bien también pueden ayudar a aliviar los síntomas.

Sin embargo, por regla general, los antibióticos son el tratamiento principal, sobre todo para las infecciones urinarias complicadas y recurrentes. Entre los principios activos utilizados para ello se encuentran

Los antibióticos actúan rápidamente en las infecciones agudas de la vejiga y aceleran la curación de la infección.

También se administran antibióticos para las infecciones del tracto urinario superior (por ejemplo, inflamación de la pelvis renal). La terapia suele iniciarse con antibióticos de amplio espectro. También pueden estar indicados los antibióticos intravenosos. En casos graves o prolongados, el agente patógeno debe detectarse mediante cultivos bacterianos y la terapia debe continuarse con un preparado adecuado en función de la resistencia a los antibióticos.

Una toma permanente y preventiva de un antibiótico específico puede ser útil, previa consulta con un médico o urólogo, especialmente en mujeres con infecciones urinarias recurrentes. También pueden utilizarse otros medicamentos y suplementos dietéticos para reducir la frecuencia de las infecciones urinarias. Entre las sustancias activas descritas figuran la L-metionina, los lactobacilos, la manosa, la hidroquinona y el zumo de arándanos. Los datos científicos sobre las sustancias no son claros y el efecto no siempre se demuestra con certeza.

Previsión

Con el tratamiento adecuado, una infección urinaria suele curarse al cabo de unos días. Las mujeres, en particular, corren un mayor riesgo de sufrir infecciones urinarias recurrentes. Sin embargo, éstas también suelen tratarse bien.

Si, además de la infección del tracto urinario inferior, existen afecciones como una obstrucción del flujo urinario (por ejemplo, debido a un agrandamiento de la próstata) o malformaciones de los uréteres, éstas suponen un riesgo adicional de que la infección ascienda al tracto urinario superior y provoque así una inflamación de la pelvis renal. Por lo tanto, es aconsejable tratar estos factores de riesgo.

Si una infección urinaria no se trata adecuadamente, puede propagarse y pasar al torrente sanguíneo (urosepsis). Esto puede provocar una enfermedad potencialmente mortal.

Prevención

Para prevenir una infección urinaria, pueden ser útiles las siguientes medidas:

  • Aseguraruna ingesta adecuada de líquidos:
    Es aconsejable beber al menos entre 1,5 y 2 litros de líquido al día, como agua o infusiones sin azúcar, para limpiar bien el tracto urinario que drena. Además, puedes tomar infusiones especiales para la vejiga y los riñones que contengan extractos de plantas como el abedul, la ortiga, el enebro o la cola de caballo para estimular a los riñones a producir más orina.
  • No deje que los pies o el abdomen se enfríen:
    La ropa mojada y los bañadores deben quitarse inmediatamente si es posible.
  • Higiene íntima:
    Aquí es aconsejable abstenerse del uso excesivo de duchas vaginales y lociones íntimas.
  • Té de hojas de gayuba:
    El principio activo hidroquinona tiene un efecto desinfectante sobre la orina y, por tanto, puede reducir el riesgo de infecciones urinarias.
  • Arándanos rojos:
    Las bayas contienen muchos taninos (taninos), cuyo efecto dificulta que las bacterias se adhieran a la pared interna de la vejiga o el tracto urinario. Existen preparados de arándanos rojos en cápsulas, infusiones o zumos.
Olivia Malvani, BSc

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Dr. med. univ. Bernhard Peuker, MSc

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