La epilepsia es tratada por un neurólogo. Las personas con epilepsia deben acudir al neurólogo dos veces al año.
La terapia puede iniciarse después de una convulsión, pero debería iniciarse después de varias convulsiones como máximo. Si no se administra el tratamiento, existe el riesgo de que las convulsiones se produzcan con más frecuencia en el futuro.
Si las convulsiones se producen con poca frecuencia (menos de dos veces al año), se puede decidir si el beneficio supera el riesgo.
En algunas formas de epilepsia (epilepsia del lóbulo temporal, epilepsia de ausencia, epilepsia mioclónica-estática, síndrome de Lennox-Gastaut, convulsiones BNS), la medicación debe administrarse inmediatamente, ya que no se puede descartar que muchas convulsiones ya se hayan producido antes.
Sin embargo, si la persona afectada padece una epilepsia sintomática, hay que tratar primero la enfermedad subyacente. Además, hay que reducir al máximo los factores que desencadenan las convulsiones.
Tratamiento farmacológico:
- Selección del fármaco antiepiléptico:
Con la ayuda de la medicación, la mayoría de los pacientes de epilepsia pueden llevar una vida sin convulsiones. El tipo de fármaco antiepiléptico utilizado depende del tipo de crisis y del tipo de epilepsia. La terapia tiene la tarea de garantizar la ausencia de convulsiones sin efectos secundarios indeseables o con efectos secundarios tolerables. La dosis de la medicación debe ajustarse con precisión al paciente. En la mayoría de los casos, el tratamiento de la epilepsia se inicia en monoterapia, es decir, con un solo medicamento.
Los fármacos están diseñados para reducir la hiperexcitabilidad de las células nerviosas o para aumentar los mecanismos de inhibición. A menudo, se administran fármacos que interfieren en el metabolismo del ácido gamma-aminobutírico (GABA), ya que el GABA es el transmisor más importante del cerebro que inhibe las convulsiones. Para que la terapia tenga éxito, es importante que la medicación se tome con regularidad y que se realicen controles médicos.
Si un medicamento por sí solo no muestra ningún efecto, puede ser útil una terapia combinada con dos sustancias activas diferentes o un cambio a otro preparado.
Para ajustar la terapia exactamente al paciente, hay que evaluar la situación de las convulsiones. Por este motivo, el paciente debe llevar un diario de convulsiones. Se debe registrar la frecuencia y la gravedad de las crisis epilépticas. Además, el médico debe comprobar regularmente la actividad cerebral (monitorización del EEG) y la cantidad de medicación en la sangre.
- Ajuste y suspensión de la medicación:
Si las convulsiones no se repiten durante tres a cinco años, el médico puede reducir la dosis de medicación. Si las pruebas de EEG no muestran resultados anormales ni signos de que puedan volver a producirse crisis epilépticas, el médico puede decidir si suspender la medicación por completo. Si las convulsiones reaparecen tras la interrupción, se continúa el tratamiento.
Sin embargo, la medicación nunca debe suspenderse por decisión del paciente, ya que puede suponer un riesgo para su vida.
- Olvidar tomar la medicación:
El medicamento debe tomarse con regularidad, ya que de lo contrario la concentración de sustancia activa en la sangre está sujeta a fuertes fluctuaciones. Esto puede conducir a convulsiones más frecuentes. Si se olvida de tomar el medicamento, puede seguir tomándolo unas horas más tarde. Sin embargo, si hay un intervalo muy largo entre las dosis o si ya se ha alcanzado la hora de la siguiente dosis, la dosis doble no debe tomarse en ningún caso, sino que simplemente debe continuarse con el programa de dosificación normal. Si hay alguna duda sobre el programa de dosificación o si se han omitido varias dosis, se debe consultar al médico.
Para algunos pacientes, la medicación por sí sola no es suficiente. En estos casos, también se puede considerar la cirugía. La cirugía de la epilepsia suele tener muy buenos resultados en cuanto a la ausencia de convulsiones tras la intervención. Sin embargo, la cirugía sólo puede realizarse si las crisis se originan siempre en la misma región del cerebro, es decir, en el caso de las llamadas crisis focales. Debe ser posible eliminar esta localización en el cerebro sin ningún peligro ni inconveniente para el paciente.
Otra posibilidad de tratamiento de la epilepsia es la implantación de un dispositivo eléctrico que provoca la excitación de un nervio específico (nervio vago) en el cerebro. Al estimular este nervio, se puede reducir el número de convulsiones.
Si se produce un ataque epiléptico por primera vez, hay que llamar inmediatamente al médico de urgencias. Si una persona sufre una convulsión que se sabe que está afectada por la epilepsia, por lo general se puede evitar, a menos que haya riesgo de lesiones.
Por lo general, la convulsión terminará al poco tiempo. No se debe intentar inmovilizar a la persona que se apodera de ella, sino sólo eliminar las posibles fuentes de peligro del entorno.
Sin embargo, si la persona tiene convulsiones durante mucho tiempo (más de diez minutos) o no recupera la conciencia entre dos convulsiones, hay que llamar inmediatamente al médico de urgencias. Si el médico de urgencias no consigue detener la convulsión a pesar de administrar la medicación, el afectado es ingresado en la unidad de cuidados intensivos y colocado en coma artificial. Esta es la única medida eficaz para evitar el llamado estado epiléptico, es decir, una forma grave de epilepsia.
Para garantizar una calidad de vida lo más alta posible a pesar de la epilepsia, puede ser útil dormir lo suficiente con horarios regulares (higiene del sueño). Algunas formas de epilepsia pueden ser desencadenadas por determinados factores que, una vez conocidos, pueden evitarse. Entre ellas se encuentra el consumo de alcohol, así como el estrés emocional. Del mismo modo, la luz parpadeante de los monitores del televisor o del ordenador puede desencadenar la convulsión, al igual que ciertos patrones visuales (por ejemplo, patrones de tablero de ajedrez).