Al igual que todos los medicamentos, Furosemida Physan puede producir efectos adversos, aunque no todas las personas los sufran.
Al igual que con otros diuréticos, tras la administración prolongada de Furosemida Physan pueden producirse trastornos del equilibrio electrolítico.
Como consecuencia de una diuresis excesiva, especialmente al inicio del tratamiento y en pacientes ancianos, pueden surgir trastornos circulatorios que se manifiestan por dolores de cabeza (cefaleas), mareos (vértigos) o alteraciones de la visión. En casos extremos puede aparecer un descenso del volumen total de sangre (hipovolemia), deshidratación, confusión y alteraciones de la coagulación de la sangre. No obstante, cuando la dosis se ajusta de forma individual, no cabe esperar, por lo general, reacciones del flujo sanguíneo agudas, a pesar de una rápida instauración de la eliminación de orina (diuresis).
La cirrosis hepática, los vómitos, la diarrea crónica por abuso de laxantes, así como una dieta pobre en potasio, predisponen a la presentación de una disminución de los niveles de potasio en sangre (hipopotasemia). En estos casos es necesario un control adecuado y una terapia de substitución.
Una fuerte restricción de la ingesta de sal puede provocar una disminución de los niveles de sodio en sangre (hiponatremia), que se manifiesta por una disminución de la presión arterial por cambio de posición (hipotensión ortostática), calambres musculares, anorexia, cansancio (astenia), mareos, somnolencia, vómitos y confusión mental.
Furosemida puede disminuir los niveles de calcio en sangre (calcemia); en casos aislados se han observado contracciones dolorosas de los músculos de las extremidades (tetania).
En los bebés prematuros puede producirse un aumento de los niveles de calcio en los riñones (nefrocalcinosis).
Ocasionalmente pueden aparecer reacciones alérgicas (p.e. exantema, nefritis intersticial) y alteraciones en las células de la sangre (leucopenia, agranulocitosis, anemia, trombocitopenia).
Es poco frecuente que se produzca una reacción alérgica muy severa (shock anafiláctico), pero de presentarse el cuadro es siempre muy grave.
En caso de inflamación del riñón por acumulación de orina (hidronefrosis), hipertrofia prostática o estrechamiento de los uréteres (estenosis ureteral), la administración de furosemida puede agravar o provocar la aparición de dificultad al orinar.
Como cualquier otro tratamiento diurético, furosemida puede producir un aumento pasajero de los niveles de creatinina y urea en sangre.
En pacientes predispuestos debe considerarse que es posible que la administración de furosemida aumente el nivel de ácido úrico en sangre y desencadene un ataque de gota.
Con la administración de furosemida puede producirse un aumento de los valores hemáticos de colesterol y triglicéridos; no obstante, estos valores se normalizan sin suspender el tratamiento, en la mayoría de los casos, en un plazo de seis meses.
Se han comunicado algunos casos de alteración de la tolerancia a la glucosa, lo que puede determinar que una diabetis mellitus latente se ponga de manifiesto o que empeore un proceso preexistente.
Ocasionalmente se han observado casos de pancreatitis aguda condicionados, aparentemente, por la administración de diuréticos eliminadores de sodio durante varias semanas; algunos se produjeron tras la administración de furosemida.
Las pérdidas de audición (hipoacusias) que pueden observarse a causa de furosemida son poco frecuentes, siendo la mayoría reversibles. Esta eventualidad puede darse cuando la furosemida se inyecta demasiado rápido, en especial si existe insuficiencia renal.
Bajo tratamiento con furosemida puede agravarse una alcalosis metabólica preexistente (p.e. cirrosis hepática descompensada).
Trastornos del sistema nervioso
Frecuencia no conocida (no se puede estimar la frecuencia a partir de los datos disponibles): mareo, desvanecimiento y pérdida de consciencia (causados por hipotensión sintomática).
Trastornos de la piel y del tejido subcutáneo
Frecuencia no conocida (no se puede estimar la frecuencia a partir de los datos disponibles): pustulosis exantemática generalizada aguda (PEGA).
Trastornos del oído y del laberinto
Poco frecuentes (pueden afectar hasta 1 de cada 100 personas): sordera (en ocasiones, irreversible).
Comunicación de efectos adversos
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