Obesidad (adiposidad)

Aumento de peso
acumulación anormal de grasa
Rendimiento físico limitado
Hiperhidrosis
Acidez de estómago
Apnea del sueño
Mayor riesgo de enfermedades secundarias
disposición genética
factores psicosociales
Inactividad física
Demasiado consumo de energía
Medicamento
Enfermedades metabólicas
La privación del sueño
Inactividad física
Demasiado consumo de energía
trastornos mentales
Estrés psicológico
cambios drásticos en la vida
Terapia nutricional
Modificación del comportamiento
Terapia de ejercicios
procedimiento quirúrgico
Medicamentos
(iStock / Liudmila Chernetska)

Grundlagen

La obesidad es una enfermedad crónica y tratable en la que la grasa corporal aumenta por encima de los niveles normales. La palabra deriva del latín "adeps" (grasa). La enfermedad afecta a numerosas funciones corporales y aumenta el riesgo de enfermedad y muerte. El índice de masa corporal (IMC) suele utilizarse para clasificar el peso. El índice de masa corporal (IMC) se forma a partir del cociente entre el peso y la estatura al cuadrado (kg/m2). Un IMC igual o superior a 30 kg/m2 se denomina obesidad. La denominada obesidad extrema se presenta a partir de un IMC de 40 kg/m2.

Conceptos básicos

El índice de masa corporal

Dado que suele ser difícil medir la grasa corporal con precisión, el IMC se utiliza a menudo para clasificar la obesidad. Sin embargo, el IMC no proporciona ninguna información sobre el porcentaje de grasa corporal de una persona.

Categoría

IMC

Riesgo de enfermedades concomitantes

Bajo peso

< 18,5

bajo

Peso normal

18,5 - 24,9

medio

Sobrepeso

≥ 25

Preadiposidad

25 - 29,9

algo aumentada

Obesidad grado I

30 - 34,9

aumentada

Obesidad grado II

35 - 39,9

alto

Obesidad grado III

≥ 40

muy alto

Frecuencia

En Austria, alrededor de un tercio (34,5 %) de las personas tienen actualmente sobrepeso y el 16,6 % de la población está afectada por la obesidad. En Alemania, las cifras son algo más elevadas. Aquí, aproximadamente la mitad de la población está afectada por sobrepeso y alrededor de una cuarta parte de los adultos son obesos (24 %). La incidencia de la obesidad aumenta generalmente con la edad, y dos tercios de los afectados no desarrollan obesidad hasta la edad adulta. Sin embargo, en los últimos años se ha observado un aumento de la obesidad entre los adultos jóvenes y también entre las mujeres en edad fértil. En general, la obesidad es menos frecuente entre las personas con un nivel socioeconómico alto.

Causas

Con la obesidad, el cuerpo obtiene un excedente de energía en forma de alimentos, mientras que al mismo tiempo se consume muy poca energía en forma de ejercicio. Este excedente suele persistir durante mucho tiempo y se almacena en las células grasas del cuerpo. Los genes, las hormonas, el estilo de vida, los factores psicológicos y también el medio ambiente desempeñan un papel en el desarrollo de la enfermedad. En la actualidad, el aumento de la incidencia de la obesidad se atribuye principalmente a factores ambientales que engordan. Entre ellos se encuentran comer en exceso, la falta de ejercicio y el consumo de alimentos muy procesados.

A continuación se enumeran las posibles causas de la obesidad:

  • causas genéticas

  • disposición familiar

  • alta disponibilidad de alimentos

  • falta de sueño

  • estrés

  • depresión

  • Bajo estatus social

  • Trastornos alimentarios (por ejemplo, trastorno por atracón)

  • Trastornos metabólicos (por ejemplo, hipotiroidismo, síndrome de Cushing)

  • Medicación (por ejemplo, antidepresivos, neurolépticos, betabloqueantes)

  • Otras causas (por ejemplo, inmovilización, embarazo, dejar de fumar).

La dieta occidental

En comparación con la dieta de nuestros antepasados, la dieta moderna de los países industrializados tiene una densidad energética entre 2 y 3 veces superior. Esto es el resultado de una mayor densidad de productos de "comida rápida" y alimentos altamente procesados con mucha grasa y azúcar. Por otra parte, el contenido en fibra de estos productos suele ser bajo. Dado que la sensación de saciedad también depende de la distensión del estómago, la sensación de saciedad se desencadena más tarde cuando se ingieren alimentos tan densos en energía. Esta circunstancia favorece una mayor ingesta de calorías. Además, en los últimos años ha aumentado el tamaño medio de las raciones de los productos de comida rápida, lo que significa que la gente suele consumir una mayor cantidad de alimentos. En la actualidad, los niños, adolescentes y adultos jóvenes también consumen con más frecuencia refrescos o bebidas energéticas con alto contenido en azúcar, que pueden aumentar considerablemente el riesgo de obesidad si se consumen con regularidad.

Los horarios fijos o regulares de las comidas también previenen la obesidad. Sin embargo, hoy en día muchas personas comen de forma ocasional o espontánea (el llamado picoteo), lo que dificulta el control de la ingesta energética. A menudo, la comida espontánea también suele incluir comida rápida o los llamados productos "precocinados".

La influencia de la vida cotidiana

Muchos factores de la vida cotidiana influyen en la aparición de la obesidad. Por ejemplo, los trabajos de oficina y los largos desplazamientos al trabajo pueden dificultar el acceso a la actividad física. Además, en las zonas urbanas suele haber pocas oportunidades para correr, montar en bicicleta o incluso practicar otros deportes. La educación, el nivel de estudios y la vivienda también influyen en el riesgo de obesidad. En general, la obesidad es menos frecuente entre las personas con formación académica y elevados ingresos familiares que entre las personas de bajo nivel socioeconómico.

Síntomas

Los síntomas de la obesidad son múltiples y dependen, entre otras cosas, de la edad de la persona afectada, las enfermedades concomitantes y la gravedad de la obesidad. Son típicos la disnea, los dolores de espalda frecuentes y las varices.

(iStock / towfiqu ahamed)

Complicaciones de la obesidad

La obesidad se considera un importante factor de riesgo de diversas enfermedades. Según la OMS, la obesidad es responsable de cerca del 44% de todos los casos de diabetes y de cerca del 23% de todos los casos de cardiopatías coronarias en el mundo. También se calcula que la obesidad es la causa de entre el 7 y el 41% de todos los cánceres. Las enfermedades asociadas a la obesidad causan unos costes anuales totales de entre 10.000 y 20.000 millones de euros sólo en Alemania.

Enfermedades para las que la obesidad es un factor de riesgo significativo:

  • Enfermedades del sistema musculoesquelético (por ejemplo, artrosis de rodilla).

  • Cálculos biliares (colecistolitiasis)

  • Hígado graso (esteatosis hepática)

  • Gota (hiperuricemia)

  • Aumento de los niveles de grasa en sangre (hiperlipidemia)

  • Hipertensiónarterial (HTA)

  • Insuficienciacardiaca

  • Enfermedades neurodegenerativas (por ejemplo, demencia)

Riesgo de enfermedades concomitantes según la OMS:

Riesgo > 3 veces mayor

Riesgo entre 2 y 3 veces mayor

Riesgo 1 - 2 veces mayor

Diabetes (diabetes de tipo 2)

Enfermedad coronaria

Cáncer

Enfermedad de cálculos biliares

Hipertensión arterial

Síndrome de ovario poliquístico

Niveles elevados de lípidos en sangre

Artrosis de rodilla

Osteoartritis de cadera

Resistencia a la insulina

Gota

Dolor de espalda

Hígado graso

Esofagitis por reflujo

Infertilidad

Síndrome de apnea del sueño

Fetopatía

Grasa abdominal problemática

La grasa visceral del abdomen no está simplemente presente, sino que puede considerarse como un órgano por derecho propio. Es metabólicamente activa y produce hormonas y otras sustancias que favorecen la inflamación en todo el organismo. Además, estas hormonas debilitan el sistema inmunitario. Así que el cuerpo está constantemente luchando contra la inflamación crónica, que favorece la aparición de hipertensión, diabetes y enfermedades cardíacas, entre otras cosas. Por ejemplo, las adipoquinas son moléculas de señalización que se producen cada vez más en el tejido adiposo humano y están implicadas en el desarrollo de la diabetes mellitus de tipo 2 o la arteriosclerosis.

Por ello, a partir de un IMC ≥ 25 kg/m2, siempre se debe medir el perímetro de la cintura de los afectados. Esto permite evaluar la grasa visceral. Un perímetro de cintura ≥ 88 cm en las mujeres y ≥ 102 cm en los hombres indica obesidad abdominal con un riesgo significativamente mayor de desarrollar enfermedades asociadas a la obesidad.

Estigma y discriminación

La obesidad tiene diversos efectos psicosociales. En los últimos años, en particular, se ha prestado cada vez más atención a la estigmatización y la discriminación que suelen asociarse a esta enfermedad. En el mundo occidental, la obesidad suele verse de forma negativa, y estudios realizados en Alemania también han demostrado que se desvaloriza a las personas obesas. Mucha gente asume que las personas desarrollan obesidad por pereza, falta de disciplina y debilidad de voluntad. Este prejuicio debería cuestionarse porque, desde el punto de vista médico actual, son muchos los factores y también las enfermedades físicas que pueden favorecer la aparición de la obesidad.

Diagnóstico

Los siguientes pasos diagnósticos son necesarios o recomendables para una evaluación de la obesidad:

Anamnesis

Inicio y desarrollo de la obesidad

Posibles factores de influencia

Motivación de la persona afectada para el tratamiento

Antecedentes familiares

Historial nutricional

Registro de la actividad física

Exploración física

Altura, peso, IMC

Circunferencia de la cintura

Tensión arterial con posible medición de la tensión arterial a largo plazo

Determinación del gasto energético en reposo

Diagnóstico de laboratorio

Hemograma, electrolitos, creatinina, transaminasas

Estado lipídico

Glucemia, posiblemente valor de HbA1c

Prueba de carga oral de glucosa

TSH basal (en el examen inicial)

Procedimientos de diagnóstico por imagen

ECG

Ecografía cardíaca

Ecografía abdominal superior

En particular, el médico también debe preguntar sobre la dieta y la actividad física del paciente. Esto suele hacerse con un protocolo libre, cuestionarios o un podómetro. Los diagnósticos diferenciales de la obesidad incluyen la bulimia nerviosa o el síndrome del atracón compulsivo.

Los médicos deben preguntar siempre por otros factores de riesgo metabólico, como la elevación de los lípidos en sangre (hiperlipidemia), la diabetes mellitus y la hipertensión arterial (HTA).

Obesidad secundaria

En aproximadamente el 1 - 5 % de las personas obesas, el sobrepeso se produce como consecuencia de una obesidad secundaria. Estas enfermedades deben descartarse antes del tratamiento de la obesidad.

Entre las posibles enfermedades subyacentes que pueden desencadenar la obesidad se incluyen

  • cambios hormonales

  • hipotiroidismo(glándula tiroides hipoactiva )

  • enfermedad de Cushing

  • Tumores benignos del páncreas con secreción de insulina

  • Cambios nerviosos centrales

  • Nuevas formaciones o daños en el hipotálamo

Además de las enfermedades, los fármacos también pueden estar implicados en el desarrollo de la obesidad. Entre ellos se encuentran, sobre todo, los antidepresivos (por ejemplo, mirtazapina), neurolépticos (por ejemplo, clozapina, olanzapina), hipnóticos, antiepilépticos (por ejemplo, gabapentina, ácido valproico), esteroides, antihistamínicos (por ejemplo, ranitidina), antidiabéticos orales e insulina.

Terapia

Hoy en día existe una amplia gama de opciones terapéuticas para tratar la obesidad, prevenir enfermedades secundarias y mejorar la calidad de vida en general.

Los objetivos más importantes de la terapia de la obesidad son:

  • Prevención de enfermedades secundarias

  • Mantener la salud metabólica

  • Tratamiento de las enfermedades subyacentes existentes

  • Desestigmatización

  • Fomento de la conciencia corporal

  • Fomento de la confianza en uno mismo

Los objetivos del tratamiento de la obesidad son siempre individuales y deben acordarse con la persona afectada. En el caso de la obesidad sin enfermedades concomitantes, el objetivo suele ser una reducción de peso del 5 - 10 % con la consiguiente estabilización del peso. Sin embargo, la cantidad de pérdida de peso que se pretende también depende de las enfermedades concomitantes de los afectados. Por ejemplo, se recomienda una reducción de peso de entre el 5 % y el 15 % para los pacientes condiabetes (diabetes mellitus tipo 2). La mejora subjetiva de la calidad de vida siempre tiene una alta prioridad en el tratamiento de los pacientes con obesidad.

Actualmente se recomienda como tratamiento estándar de la obesidad una combinación de dieta moderadamente hipocalórica, ejercicio y modificación del comportamiento. Si con estas medidas no se consigue reducir el peso entre un 5 y un 10 % en un plazo de 3 a 6 meses, debe considerarse la posibilidad de intensificar la terapia, por ejemplo con una ingesta calórica muy restrictiva en forma de dieta hipocalórica.

IMC y perímetro de cintura como indicaciones para la terapia

El IMC por sí solo no es suficiente como criterio para la indicación del tratamiento de la obesidad y a menudo debe ampliarse para incluir el perímetro de la cintura. El perímetro de la cintura es adecuado como medida del patrón de distribución de la grasa. Los perímetros de cintura ≥ 88 cm en mujeres y ≥ 102 cm en hombres se asocian a un riesgo significativamente mayor (riesgo relativo 2-4) de padecer enfermedades metabólicas y cardiovasculares.

Gesunde Kost (iStock /vaaseenaa)

Terapia nutricional

El objetivo de la terapia nutricional es un balance energético negativo. Los pacientes deben seguir experimentando una sensación de saciedad a través de la dieta reducida en calorías para poder establecer la forma de terapia en la vida diaria a largo plazo. En este caso, deben preferirse los alimentos bajos en grasa y los alimentos vegetales con un alto contenido en fibra. La composición de los macronutrientes (grasas, proteínas, hidratos de carbono) no es decisiva.

Mediante una elección inteligente de los alimentos -alimentos menos energéticos, fruta y verdura- se puede conseguir normalmente un ahorro energético de 500 a 800 kcal al día. De este modo, a menudo se puede mantener la cantidad de comida, lo que significa que los enfermos siguen teniendo una buena sensación de saciedad.

Otra medida sencilla es limitar la ingesta de grasas. En lugar de 80-130 g de grasa al día, deberían consumirse 60 g de grasa al día. Este concepto es relativamente fácil de aplicar, ya que los afectados sólo tienen que concentrarse en la ingesta de un macronutriente. Esta medida suele conllevar una pérdida de peso de 3 a 5 kg y es especialmente adecuada para la estabilización del peso y la prevención primaria de la obesidad.

Modificación del comportamiento

Los métodos de aprendizaje y psicología conductual son adecuados para practicar un comportamiento alimentario y un estilo de vida saludables. Por ejemplo, se pueden analizar y reconocer los desencadenantes de la ingesta de alimentos. Los patrones de comportamiento desfavorables con respecto a la ingesta de alimentos también pueden modificarse a menudo con ayuda psicológica profesional. Se recomienda desvincular la ingesta de alimentos de factores externos y establecer normas para las comidas, así como para la compra de alimentos. Las intervenciones en grupo también son adecuadas para cambiar el comportamiento alimentario y suelen tener más éxito que las sesiones individuales.

Terapia de ejercicio

El ejercicio tiene otros efectos positivos en el organismo además de aumentar el consumo de energía. Por lo tanto, se debe animar a todas las personas con obesidad a que aumenten su actividad física regular. El deporte o la actividad física también tienen la ventaja de preservar la masa muscular durante la dieta, lo que también mejora los resultados a largo plazo de la pérdida de peso.

El ejercicio puede aumentar el consumo de calorías del organismo. Además, el deporte reduce el apetito y la regulación del estrés también funciona mejor. Para muchas personas, los distintos tipos de deporte son un acontecimiento social estabilizador, y el deporte en particular tiene un efecto positivo sobre el sistema cardiovascular, que a menudo se ve afectado por la obesidad. Lo ideal sería hacer ejercicio al menos de tres a cinco veces por semana durante 30 minutos. También hay que prestar atención a los objetivos alcanzables, porque es mejor hacer ejercicio con menos regularidad que realizar sesiones de entrenamiento intensivas e irregulares.

El tipo de deporte es secundario, aunque los deportes de resistencia suelen ser más beneficiosos que los de fuerza. Dado que los pacientes con obesidad no suelen estar entrenados, el deporte regular sólo debe practicarse después de un reconocimiento médico. La intensidad del ejercicio puede entonces aumentarse gradualmente, pero el sobreesfuerzo debe evitarse a toda costa debido al mayor riesgo de lesiones con la obesidad.

Medicación

La medicación debe considerarse siempre como un apoyo al cambio de estilo de vida y debe combinarse siempre con él.

Las posibles sustancias activas para el tratamiento de la obesidad son:

Sustancia activa

Mecanismo de acción

Efectos secundarios frecuentes

Orlistat

Inhibidor de la lipasa (inhibe la absorción de grasas en el intestino)

Flatulencia, hinchazón, heces grasas

Liraglutida, semaglutida

Agonistas de los receptores GLP-1 (inhiben el apetito y ralentizan el vaciado gástrico)

Náuseas, vómitos, diarrea, estreñimiento

Naltrexona/bupropión

Antagonista opiáceo/inhibidor de la recaptación de dopamina corpinefrina ( liberación de hormonas anorexígenas, inhibición del centro de recompensa)

Náuseas, vómitos, mareos, dolor de cabeza, estreñimiento, insomnio, sofocos, hipertensión, sequedad de boca, fatiga

Cirugía bariátrica

Al someterse a una operación de cirugía bariátrica, los pacientes deben ser siempre cuidadosamente informados de los riesgos y consecuencias de la operación, ya que el riesgo de la cirugía aumenta considerablemente en caso de obesidad existente.

La indicación quirúrgica sólo suele darse para un IMC superior a 40. Con un IMC superior a 35, puede considerarse la cirugía si las enfermedades concomitantes hacen necesaria una rápida reducción de peso o han fracasado todos los demás intentos terapéuticos.

En principio, estas intervenciones quirúrgicas tratan de reducir el volumen del estómago. El resultado es una ingesta limitada de alimentos, lo que a su vez conduce a una reducción de peso.

Los distintos procedimientos incluyen

  • Banda gástrica: se coloca una banda de silicona alrededor del estómago y luego se rellena con líquido según sea necesario. De este modo, la entrada del estómago se hace más pequeña y sólo pueden ingerirse pequeñas cantidades de alimentos.
  • Gastroplastia vertical: Se utilizan grapas para separar parte del estómago y fijarlo con una banda de silicona.
  • Balón gástrico: Se introduce un balón en el estómago y se llena con más o menos líquido según sea necesario. Este método apenas se utiliza hoy en día.

Sin embargo, para una reducción permanente del peso corporal, también deben modificarse y optimizarse los hábitos alimentarios. Además, los afectados suelen seguir necesitando cuidados intensivos internos, nutricionales y psicológicos después de una operación. Los micronutrientes, como las vitaminas y los oligoelementos, suelen necesitar suplementos después de la cirugía bariátrica.

Previsión

Para muchas personas con sobrepeso severo, perder peso sin ayuda profesional es casi imposible. El cuerpo registra una pérdida de peso significativa y luego tiende a volver al peso inicial (el llamado efecto yoyo). Esto se basa en mecanismos evolutivo-biológicos. En los primeros tiempos de la historia de la humanidad, la pérdida grave de peso ponía en peligro la vida y era mucho más peligrosa que el aumento de peso o incluso la obesidad.

Las personas obesas tienen una esperanza de vida más corta que las personas con un peso normal. Cuanto más joven es la persona, mayor es la correlación entre el IMC y el riesgo de mortalidad. Un IMC de 30 a 35 kg/m² acorta la vida entre dos y cuatro años de media. Un IMC de 40 a 45 kg/m² reduce incluso la esperanza de vida de las personas entre ocho y diez años. Este acortamiento de la esperanza de vida se debe a enfermedades secundarias asociadas a la obesidad. Sin embargo, a mayor edad, la correlación entre el IMC y el riesgo de mortalidad disminuye significativamente.

En la mayoría de los casos, la reducción permanente del peso sólo puede lograrse mediante conceptos de tratamiento a largo plazo con apoyo médico. Es aconsejable no fijarse en un determinado peso deseado, sino llevar una vida más sana en general mediante un cambio permanente del estilo de vida. Esto ayuda a perder el exceso de peso de forma lenta pero permanente y saludable. Un alto nivel de automotivación por parte de los pacientes también es útil en este caso y aumenta en gran medida la tasa de éxito de la terapia de la obesidad.

Por lo tanto, una dieta no debe estar orientada principalmente a un objetivo, sino que debe considerarse como un cambio de alimentación equilibrado y para toda la vida. Es aconsejable optimizarla para que sea sana y tenga buen sabor al mismo tiempo. Sólo así será viable a largo plazo. Lo ideal sería combinar esta dieta más sana con una actividad física regular.

Prevención

Incluso pequeñas fases de aumento de la actividad física durante el día pueden ayudar a prevenir la obesidad.

Para adelgazar o mantener el propio peso, debe prestarse atención a una dieta baja en grasas y rica en fibra. Los alimentos con baja densidad energética son especialmente adecuados para este fin. Tienen menos calorías porque son ricos en agua y fibra. Deben evitarse en la medida de lo posible los aperitivos, la comida rápida y las bebidas azucaradas o alcohólicas.

Dr. med. univ. Moritz Wieser

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Thomas Hofko

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